Introducirnos
en el mundo de la literatura y permitirnos conocerla en sus múltiples
expresiones tiene innumerables beneficios para el lector, que van desde la
creación de hábitos de lectura o el incremento de la cultura general, hasta
aquello que está relacionado con la enseñanza de la “lengua”: la ampliación de
vocabulario, el perfeccionamiento de la ortografía y la sintaxis que luego
servirán al lector en sus producciones. Pero además, trae aparejados beneficios que implicarán un crecimiento en el
desarrollo como personas dentro de una sociedad.
Una obra
literaria tiene como fin producir un goce estético, un placer en el lector,
busca generar emociones; pero además, muchas obras, persiguen un fin didáctico:
“dejar una enseñanza”.
Es innegable
que en la literatura existen textos y obras que poseen ese “fin educativo”, que
buscan “regir el hacer” en el lector, inducirlo a obrar de una manera que les
resulte beneficiosa. Obras que nos dejan un aprendizaje, que se nos puede presentar
explícitamente, ya sea mostrándonos las consecuencias que han tenido aquellos
que obran perversamente o exponiendo los beneficios que trae el “obrar bien”
(entendiendo el obrar bien como el seguimiento de las normas y reglas que cada
sociedad y cultura establece); o implícitamente a través de valores, principios
y creencias que se sustentan dentro de la obra y que dejan al lector
reflexionando sobre la importancia de implementarlos en la vida.
Todas las
obras, de acuerdo a las épocas y sociedades a las que pertenecen, poseen su
visión del mundo, por eso, la enseñanza que intenten dejarnos estará
directamente relacionada con la cosmovisión que sustenta el autor, que es
miembro de un grupo humano y como tal, se guía en base a normas, reglas,
principios y valores propios de la sociedad a la que pertenece.
No obstante,
existen obras que a pesar de pertenecer a un tiempo y una época distinta a la
del lector y, por ende, tener una cosmovisión diferente, son capaces de
acercarse a él, atraparlo y lograr cautivarlo porque los temas, las situaciones
o los valores que tratan atañen al hombre en general. Estos textos u obras son
los considerados “Clásicos de la literatura universal”, los cuales debemos lograr
aproximar a nuestros alumnos y evitar quitarles la posibilidad de conocerlos,
de relacionarse con ellos.
Utilizando
diversos recursos y estrategias, debemos lograr llevarlos al aula, ya sea por
medio de intertextos con los que se tenga un primer acercamiento al clásico, ya
sea a través de recursos tecnológicos (videos, películas, audio libros) o de
estrategias motivadoras que conduzcan al alumno a querer leer el “clásico” que
estemos tratando.
No debemos
dejarnos engañar por la creencia de que los clásicos son obras “ya pasadas de
moda”, obsoletas en nuestra sociedad actual y que ya no tienen nada nuevo para
transmitirnos, porque coincidimos con Ítalo Calvino en que “un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene para
decir”.



